‘The Brutalist’, de los Oscar a las oficinas
Uno de los largometrajes que más han cautivado a crítica y público en el inicio de 2025 es The Brutalist. Se trata de una película dirigida por Brady Corbet e interpretada por Adrian Brody –Oscar a mejor actor– que con un trasfondo político saca a la luz una corriente, el brutalismo, que parecía olvidada y que vuelve a estar de moda en el diseño de interiores.
Lo cierto es que en el sector del hábitat lleva ya un tiempo causando sensación y el empuje mediático que le ha podido dar la película solo ha confirmado una tendencia en auge. Digamos que es la corriente que, de forma natural, toma el relevo del periodo japandi y el minimalismo orgánico.
Hablamos de corrientes que tienen ciertas características afines. El término brutalismo deriva del francés béton brut, o lo que es lo mismo, hormigón crudo. Y sí, esta disciplina tiene entre sus claves las estructuras de hormigón crudo junto a un diseño que prima la funcionalidad sobre la estética.
El estilo emergió en la década de los años 50 del pasado siglo cuando se empezaron a reconstruir las ciudades europeas tras la cruenta II Guerra Mundial. Estábamos ante un tipo de construcción de bajo coste que arrancó en las primeras viviendas sociales de Reino Unido y posteriormente se extendió por todo el planeta.
«Este neobrutalismo está presente en el diseño de las oficinas modernas. El hormigón crudo es lo que define el movimiento a la perfección, pero también el uso de materiales como ladrillo, vidrio, acero, madera y piedra»
A finales de la década de 1970 su popularidad empezó a caer, sobre todo por vincularse a un estilo más propio de las zonas comunistas. El maximalismo de los años 80 con construcciones de cristal y con fuerte presencia del color terminaron por apagar el brutalismo.
Pese a ello, en los últimos años el brutalismo ha vuelto a ganar presencia. No solo en el ámbito de la arquitectura, también en el interiorismo. ¿El objetivo? Crear edificios simples y funcionales, que logren su propósito de la manera más eficiente posible. Quizá más por una cuestión ética que estética.
Este neobrutalismo está presente en el diseño de las oficinas modernas. El hormigón crudo, como decíamos, es lo que define el movimiento a la perfección, pero también el uso de materiales como ladrillo, vidrio, acero, madera y piedra. También es importante destacar que el brutalismo prioriza la calidad del material más que el material en sí mismo, así como la capacidad de aprovechar todas sus características.
Más allá de los materiales, el uso de formas geométricas sólidas como los cubos, prismas y paralelepípedos, con ángulos y líneas rectas acentuadas son también propios del brutalismo. Formas que ofrecen una sensación de robustez. A su vez, los elementos de la estructura como las escaleras suelen estar a la vista con idea de mostrar que son útiles sin necesidad de tener una función decorativa.
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